sábado, 19 de abril de 2008

No debería estar en este blog I

Mi lorna en ajedrez: El Orejón:

No recuerdo exactamente cuando fue la primera vez que tuve el ¿placer? de humillar a mi buen amigo el orejón en una partida online de ajedrez. A lo mejor fue en uno de esos días de verano del 2007 en los cuales, previo desayuno, inocentemente entraba a las salas públicas de Yahoo y desafiaba a gente que tenía de 1800 puntos para arriba. Si, lo recuerdo, aquellos tiempos cuando por las mañanas era normal que perdiera 10, 15, o hasta 20 partidas seguidas -estaba pichón- frente a verdaderos tiranos de este juego; recuerdo que me sentía tan mal que hasta pensé no volver a jugar más.


En la vida uno encuentra buenos amigos, como aquel que te acompañaba en las peras del cole -aún cuando tuviese exámen final- o aquel que mismo conejo que se avienta al fuego para servir como alimento para un lobo, se avienta a una partida de ajedrez -aún a sabiendas de su paúperrimo nivel ajedrecístico, mísero conocimiento de jugadas elementales, y hasta diría un completo analfabeto del ajedrez ¿?- con el popósito, consciente o no, de elevar la moral -y también el puntaje- de su pata. Uno de ellos es el orejón.

Escribo este post, porque se me vino a la mente la primera vez que me ganaste orejón -no importa que mi tiempo haya corrido mientras yo atendía una llamada telefónica, ni siquiera que mi sobrino de 4 años me haya reemplazado en esos breves 3 minutos que duran nuestras partidas. No importa.


Y que va a importar, si gracias a ti recuperaba moral -y también puntos- porque después de ser vapuleado en las mañanas tú luego llegabas en las noches para ser humillado en nuestras ya clásicas partidas -pálizas, masacres- en las cuales aprendí una cosa: no importa que tan malo seas jugando ajedrez, siempre habrá uno de tus patas que será peor que tú, y que estará dispuesto a ser vapuleado una y otra vez en nombre de la amistad.

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